No todo es sencillo. No todo tiene porqué ser blanco o negro. No siempre es fácil de definir. Pero si hay una palabra que es coherente, es diferente. En el sentido bueno de la palabra, por su puesto, entendida como variedad y diversidad.
No existen normas que rijan cómo deben ser los gustos. No existen leyes que digan cómo debe ser el amor. Y no tienen que haber. Nos hemos malacostumbrado a encasillar a cada persona en una etiqueta. Pero, al fin y al cabo, es solo una etiqueta, una palabra que se queda demasiado pequeña para definir tal y como es la persona.
Una persona siente que es homosexual cuando acepta que le gustan las personas de su mismo sexo. Es cuestión de gustos y sentimientos. Es capaz de enamorarse o sentir atracción por alguien de su sexo. Es algo inevitable, que no se puede decidir, que no se puede curar; puesto que, primero de todo, no es una enfermedad, como auguran ciertos grupos conservadores mediante terapias.
La aceptación de la homosexualidad es un paso difícil, pero también importante. Muchas veces también supone decidir el estilo de vida que se llevará, el tipo de persona que se querrá ser, los valores que se defenderán, etc. Esto, por lo tanto, ya es un hecho más personal y más fácil de digerir.
Aceptarse a sí mismo es complicado. Una persona homosexual ve que es diferente a las mayorías, se introduce en el mundo de las consideradas minorías sexuales, teme el rechazo, tanto de los demás como de sí mismo. Odiarse a sí mismo no conlleva a nada. Uno tiene que amarse, aceptarse tal y como es y entender que forma parte de un conjunto más imprescindible de la sociedad.
Pero incluso dentro de la homosexualidad en general, también existen etiquetas. ¿Sólo porque una chica esté saliendo con otra significa que es lesbiana? Probablemente sí, pero podría no serlo. Podría haberse enamorado solo de esa persona en concreto. De hecho, ¿es necesario definirse, posicionarse a un lado o al otro en la sexualidad? De nuevo, es solo una etiqueta más, una manera de definir algo indefinible, de encasillar en una palabra algo mucho más grande.
Cuando llega el momento de aceptarse a sí mismo, de observarse en el espejo, de analizarse, de empezar a nadar en el mar de dudas…, hay que alejar los miedos, los prejuicios. Sé fuerte, sé valiente.
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Excelente artículo. Transportable a cualquiera de las otras desigualdades que parte de la sociedad continua machacando.
delmismopalomardel.blogspot.com
Repetiría lo mismo que ha dicho Alain. Excelente artículo chic@s! Tenéis toda la razón!
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